Se suele decir que todo país o zona geográfica tiene algún sello de identidad que lo hace especial del resto. La República Checa en este sentido no podía ser menos y es que junto con la cerveza, podemos decir que el famoso cristal de bohemia es uno de los aspectos endógenos de la cultura checa y que, en definitiva, le ha servido al pueblo como ayuda para alcanzar fama y reconocimiento en el exterior.
¿Pero sabemos de dónde procede esta fama? ¿Qué características hacen que la fabricación del cristal de bohemia de tierras checas sea especial?
En primer lugar, su mano de obra. Los principales maestros vidrieros, históricamente, se han ubicado en la Región de Bohemia. Estamos hablando que desde hace más de siete siglos se encuentran concentrados en una determinada zona del país y esto es sinónimo de que el conocimiento y Know How se ha ido pasando de familia a familia y de generación en generación.
Y en segundo lugar, y no menos importante, muy a pesar de que otros países han intentado copiar la industria del cristal de bohemia, no han podido hacerlo con éxito. Y características como la sonoridad, incoloro y la composición, sean tres aspectos fácilmente detectables para saber si la cristalería procede de República Checa o no.
¿Qué historias rodean a la fabricación del cristal de bohemia?
Cabe destacar que como curiosidad, en Venecia o Francia intentaron copiar la producción de estos cristales pero sin éxito. Posteriormente, durante el período comunista la industria sufrió una profunda crisis de la que después supo recuperarse y que tras la Revolución de Terciopelo, una gran parte de fabricantes y artesanos decidieron independizarse. Todo ello, soportando la presión china que aunque pueda presumir de volumen de producción, no puede hacerlo en calidad ni acabado.
Finalmente, podemos contaros muchos más detalles de este sello nacional en un tour conocido como “Tour Las Fábricas” donde visitamos los centros de Pilsen y Rückl.